Treviana es un pueblo tranquilo donde se respira paz en sus calles.
Con la llegada de los comerciantes en sus vehículos con el género, los vecinos
comienzan a dar vida a la zona de abajo mientras que la de arriba se empieza a
animar con la apertura de las tres oficinas bancarias, la farmacia y, sobre
todo, la llegada de la médico.
Porque el pueblo se extiende en una ladera y concentra su actividad
tanto a pie de carretera como en sus calles. Sorprende de Treviana su extensión,
pero a principios del siglo XX llegaron a habitar sus casas alrededor de 1.200
personas. Ahora el censo no llega a los 200 y entre ellos se encuentra la
familia de Mariana Gadea.
Nacida y criada en Treviana, los estudios y su carrera profesional
-es psicóloga- le llevaron a residir en otros lugares, pero desde hace tres años
decidió regresar a su pueblo. «Sentía que tenía que volver, que era el momento,
y así lo hice».
Gadea fue a la escuela en Treviana y recuerda que estuvo situada en
tres edificios diferentes, «tenía seis aulas y cuatro viviendas para los
maestros». También el Ayuntamiento sugiere por sus dimensiones que hubo un
tiempo en el que tenía que atender a más vecinos.
La despoblación llegó en los años 60 y 70, «cuando muchos
jornaleros dejaron el campo y se fueron a trabajar a ciudades como Bilbao o
Valladolid», recuerda Mariana. La mayoría vuelven los fines de semana y en
vacaciones y otros, como ella, lo hacen para quedarse.
Apasionada de su pueblo, destaca como atractivos las ermitas de la
Concepción y de la Junquera y la capilla de los Ocio y Salazar en la iglesia de
Nuestra Señora de la Asunción. Los tres son buen ejemplo del Románico que se
conserva en la zona. Por eso, el año pasado nacieron las Jornadas del Románico
que este verano tendrán continuidad y que reunirán en la localidad a expertos y
aficionados.
Otro atractivo para los visitantes son también las Jornadas de
Puertas Abiertas de los Calados. Desde hace unos años, varios vecinos abren sus
bodegas en verano para probar vinos y pinchos y «disfrutar de la fiesta». El
encuentro de danzadores, que se organiza cada cuatro años, también es otra de
esas tradiciones que han empezado a consolidarse.
Porque Treviana tiene nuevas tradiciones y trata de recuperar las
antiguas. Para eso están las cuatro asociaciones que tratan de llenar de vida el
pueblo con actividades en Santa Agueda, San Juan o incluso Halloween.
Y en verano, la apertura de la piscina ha completado las
alternativas de ocio al aire libre que también cuentan con una importante red de
caminos. Porque Treviana es un buen lugar para disfrutar del campo, de la
cultura y de la fiesta.
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