Hola a todos mis paisanos, en especial a los que residimos lejos del pueblo :
Este ha sido el verano que menos días he pasado en Treviana, apenas 10 días. Por lo que no hubo tiempo para pensarse qué hacer, y menos cuando llegas y ves la vorágine de la semana de fiestas. Si es que nada más llegar ya tocaban las campanas que anunciaban la novena. Pero hay que atender a tantos frentes : ir a la piscina porque el calor apretaba, competiciones de toda índole, día del socio, el pasacalles, los pinchos, las danzas, la romería (que nosotros decimos "la procesión"). En fin, corto pero intenso, y sin tiempo para pensar, sólo actuar.
Y ahora , cuando volvemos a nuestras casas, al trabajo, te quedan ratos (en la depresión postvacacional) para pensar y rememorar momentos vividos: el jueves día del socio, cuando visitamos Briones, y el calor sofocante que hacía cuando llegamos a la ermita, pero que bien nos sentaron las queimadas; y por la noche a la plaza, el grupo cantoblanco; y al día siguiente, el pasacalles, los pinchos, y los disfraces, y después a la disco; y el sábado, a la ermita, falta regular el tema de coger a la virgen, porque ya se va regulando todo, pero esto no, aunque claro aquí entra la cuestión personal, la creencia, o la preferencia, o la espalda, o las cervicales, en fin, que pasamos un día estupendo en Junquera, hasta las siete de la tarde que regresamos al pueblo, y la verbena (qué orquesta más mala, por Dios, aunque la gente dice que la del año pasado era peor). Y el domingo, pues yo el domingo me lo tomé por la mañana a mi aire, y me perdí con la bici, me fui por ahí a recorrer mi paisaje,a hacer fotos, a reencontrarme con el rastrojo, con los majuelos, con los caminos, cogí dirección carretera santo domingo, hacia el cuadro, viñas de rioja, las vacas, arricabras y de vuelta a la carretera para entrar en el pueblo por el sitio que mejor vista depara. Y justo llegué para ir al horno a recoger el asado, que estaba de muerte. Y por la tarde, de sobremesa, de charla familiar, después a tomar el aire, estirar las piernas y tras la cena a la disco. Y allí quemamos los últimos cartuchos hasta que nos echaron de la plaza, bueno que ya no quedaba nadie para ello, porque ya peinamos canas y nos vamos cuando queremos, pero antes las queimadas y la serenata, que afinábamos de miedo, que tiemblen los plácidos domingos, las caballés y los Kraus.
Este ha sido el verano que menos días he pasado en Treviana, apenas 10 días. Por lo que no hubo tiempo para pensarse qué hacer, y menos cuando llegas y ves la vorágine de la semana de fiestas. Si es que nada más llegar ya tocaban las campanas que anunciaban la novena. Pero hay que atender a tantos frentes : ir a la piscina porque el calor apretaba, competiciones de toda índole, día del socio, el pasacalles, los pinchos, las danzas, la romería (que nosotros decimos "la procesión"). En fin, corto pero intenso, y sin tiempo para pensar, sólo actuar.
Y ahora , cuando volvemos a nuestras casas, al trabajo, te quedan ratos (en la depresión postvacacional) para pensar y rememorar momentos vividos: el jueves día del socio, cuando visitamos Briones, y el calor sofocante que hacía cuando llegamos a la ermita, pero que bien nos sentaron las queimadas; y por la noche a la plaza, el grupo cantoblanco; y al día siguiente, el pasacalles, los pinchos, y los disfraces, y después a la disco; y el sábado, a la ermita, falta regular el tema de coger a la virgen, porque ya se va regulando todo, pero esto no, aunque claro aquí entra la cuestión personal, la creencia, o la preferencia, o la espalda, o las cervicales, en fin, que pasamos un día estupendo en Junquera, hasta las siete de la tarde que regresamos al pueblo, y la verbena (qué orquesta más mala, por Dios, aunque la gente dice que la del año pasado era peor). Y el domingo, pues yo el domingo me lo tomé por la mañana a mi aire, y me perdí con la bici, me fui por ahí a recorrer mi paisaje,a hacer fotos, a reencontrarme con el rastrojo, con los majuelos, con los caminos, cogí dirección carretera santo domingo, hacia el cuadro, viñas de rioja, las vacas, arricabras y de vuelta a la carretera para entrar en el pueblo por el sitio que mejor vista depara. Y justo llegué para ir al horno a recoger el asado, que estaba de muerte. Y por la tarde, de sobremesa, de charla familiar, después a tomar el aire, estirar las piernas y tras la cena a la disco. Y allí quemamos los últimos cartuchos hasta que nos echaron de la plaza, bueno que ya no quedaba nadie para ello, porque ya peinamos canas y nos vamos cuando queremos, pero antes las queimadas y la serenata, que afinábamos de miedo, que tiemblen los plácidos domingos, las caballés y los Kraus.
Un socio.